"Entonces recuerdo haber salido a encontrarlo, estaba emocionada. Deduzco hoy día que si no le dije nada en ese momento, fue porque yo tenía conciencia de que no era un tema fácil." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Yo no se lo dije hasta mucho tiempo depués, pero lo primero que pensé en ese minuto, es que habia vuelto mi papá. Pero ahí mi mamá me contó que el que había vuelto era el gato" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Un día al llegar del colegio a la casa, estaba mi mamá muy contenta esperándome y me dice: "Natalia, adivina quién volvió que no venía hace tiempo"" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"La única noción que tengo de niña de haber vivido con un papá desaparecido es a los ocho o nueve años. Vivíamos en los alrededores de París, en el primer piso de unos edificios. Yo tenía un gato llamado Misigri. Era bien callejero: entraba a la casa, salía de la casa, se iba de noche y volvía. Se iba una semana y volvía, y así se la llevaba. Pero un día en esas escapadas, el gato no volvió" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Siempre tenía la impresión de que se habló poco del tema de mi papá, aunque cada vez que ahora reclamo por lo poco que se habló, me dicen "pero tú sabes, no era un tema fácil". Tengo la sensación de que siempre tuve un papá desaparecido, para mí estaba muy normalizado. Otros niños tenian un papá abogado, yo tenía un papá desaparecido." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"No soy de las personas que recuerdan tantas cosas. Recuerdo algunas imágines de cuando era chica. No recuerdo haber preguntado mucho sobre él, ni recuerdo cuando me contaron. Simplemente siempre fue así. Recuerdo a mi abuela hablándome un poco, hablándome de su hijo. La familia de mi papá desde fines del setenta y tres se fue a Inglaterra y a Francia, entonces, a través de ellos y de mi mamá empecé a saber mas cosas" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"El militar me abraza y empieza a caminar conmigo hacia la puerta, me dice "Mire, mire, mire mijo, vaya al Estadio Nacional y ahí hablé con él -me dio un grado y un apellido de alguien- y ahí debe estar su hermano". El pelao que estaba abrió la puerta y yo salgo a la calle, por la Alameda, por todas partes, todo el mundo me perseguía, yo estaba convencido de que casi me habían dejado salir para perseguirme. La verdad es que logré salir del Estadio Chile, con las patas y el buche y, a pesar del miedo, a partir de ese día entré en la clandestinidad." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Me ilumino: me pongo a improvisar como loco y me acerco a él y le digo "lo felicito, mi comandante", "gracias, niño", me dice. "Mire soy hijo del primer Aguilera", cosa que era mentira "y ando buscando a mi hermano. Mi hermano es epiléptico y mi mamá anda desesperada en la casa, mi papá está de servicio. Fui al Estadio Nacional, fui al Tacna y no lo he encontrado y vine aquí para llamarlo por los parlantdes y no está"" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Me fuí donde ellos y escuché que habían estado buscándolos en el Tacna, en el Estadio Nacional y en otros lugares de detención. Así que volví y me metí a los camarines. Los soldados que estaban ahí se hicieron a un lado y me dejaron entrar y ahí vi gente que estaba muy, muy mal. Gente ensangrentada, tapada con frazadas; muy mal. Me di una vuelta como si nada y volví a salir." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Pasó la noche, hubo gritos, llamaron por los parlantes llamando a la calma y muy temprano el día trece llaman a familiares de fuerza armadas, de gendarmería, y carabineros que los iban a buscar sus familiares. Por ahí me dije yo "esta es la mía", voy a tratar de salir junto a ellos puesto que ellos sí estaban en las mismas condiciones que yo: tenían su carnet de identidad en el bolsillo." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).