"Y la María Angélica, que también está desaparecida, también se describe y nos cuenta que era chiquitita, colorina, pecosa. Tal vez hicimos todo eso como una forma de soportar, de sobrevivir a esa situación. Pudimos hablar todo eso porque estábamos juntas, las tres juntitas." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Pasaron cosas increíbles. recuerdo que un día me econtré con un mapuche y me dijo que estaban desarmando el Instituto de Desarrollo Indígena que había hecho Allende, y me dijo que había un montón de máquinas y mimeógrafos." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Yo estaba ahí sentado, creí que estaba solo con el guardia, cuando empecé a escuchar un murmullo que decía: “¿Quién tiene pan, quién tiene pan, quién tiene pan?”. Entonces me doy cuenta que tiene que haber habido unas veinte personas más en la sala y se escuchaba el ruido de las esposas y todo." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Como estábamos vendadas y no nos conocíamos, nos quisimos entonces describir. Dijimos: ¿Cómo eres tú? y la Muriel me dice describiéndose: “Mira, yo soy alta, mido tanto, tengo el pelo largo, rubio”, etc. También lo hice yo: “Mira yo soy flaca, mido tanto, soy de pelo largo”, le dije." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Me ilumino: me pongo a improvisar como loco y me acerco a él y le digo "lo felicito, mi comandante", "gracias, niño", me dice. "Mire soy hijo del primer Aguilera", cosa que era mentira "y ando buscando a mi hermano. Mi hermano es epiléptico y mi mamá anda desesperada en la casa, mi papá está de servicio. Fui al Estadio Nacional, fui al Tacna y no lo he encontrado y vine aquí para llamarlo por los parlantdes y no está"" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Lo que más me impresionó es ver desde la Alameda por Ahumada que se veía hasta Mapocho, donde no se veía un alma. Al lado de Andrés Bello había un grupo de milicos con su metralleta, cuyas balas brillaban en el sol de septiembre. Nos cruzamos la mirada, estaban tan nerviosos como yo, que iba caminando en pleno toque de queda total. Ahí en la torres San Borja me encontré con un enfrentamiento entre francotiradores y los milicos, que estaban tratando de tomarse la torre. Yo después seguí mi camino y lo que más me impresionaba era ver una ciudad totalmente vacía, muerta, solo con los milicos en la calle." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Yo no se lo dije hasta mucho tiempo depués, pero lo primero que pensé en ese minuto, es que habia vuelto mi papá. Pero ahí mi mamá me contó que el que había vuelto era el gato" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Nosotros habíamos dejado dos compañeros miristas que no se incorporaron a la huelga, porque teníamos que tener un nexo con los familiares. Todo el mundo los consideraba traidores, pero no podían decir: “Oye no, si ésta es una misión que me entregaron a mí”. Y ahí estuvimos con eso, con los familiares, con la Iglesia, haciendo gestiones para que se conociera nuestra protesta, ya que no tenía mucho sentido si no se sabía." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Llegamos a radio Cronos, amenazamos al operador que había y nuestro operador empezó a intentar transmitir la proclama que teníamos grabada. No lo logramos, el transmisor estaba dañado." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).