"Después de discutir bastante, un día por la mañana, le vamos a dejar una carta al jefe del campamento diciéndole que a partir de ese momento, nosotros dejábamos de ingerir alimentos. Así inicia mos la primera huelga de hambre que se hace en Chile en dictadura." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Nosotros habíamos dejado dos compañeros miristas que no se incorporaron a la huelga, porque teníamos que tener un nexo con los familiares. Todo el mundo los consideraba traidores, pero no podían decir: “Oye no, si ésta es una misión que me entregaron a mí”. Y ahí estuvimos con eso, con los familiares, con la Iglesia, haciendo gestiones para que se conociera nuestra protesta, ya que no tenía mucho sentido si no se sabía." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Entonces las condiciones materiales que tiene el trabajador, que tiene el obrero, q ue tiene el poblador empiezan a cambiar. ¿Qué hace un viejo de la población cuando ya no hay abastecimiento en sus locales? ¿Qué hace el obrero que trabaja y cuando llega a la industria está cerrada, porque el patrón ordenó paralizarla?" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Entonces la gente empieza a tener la sensación de que dentro de los marcos de la legalidad, del parlamento, de las leyes, de la querella, de la hueá institucional, no va a funcionar. Pero ahí se potencia el poder popular, organizado en los cordones(3), que se plantea, por ejemplo, frente al paro del comercio: “Vamos a abrir el comercio a como de lugar”." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
Y entonces viene al Almac acá en Ñuñoa, y la gente dice: “Esta hueá la tomamos no más”. Y no es que haya una concepción de que “Yo le quito a la burguesía” o “Voy a ejercer poder popular”. No, se trata de algo más concreto: ¡No hay qué comer y el Almac está cerrado, no está funcionando, entonces abramos el Almac!" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Yo venía viajando en el nocturno de Puerto Montt a Santiago y a medida que avanzaba el tren nos dábamos cuenta que había un golpe de Estado, gracias a que la gente venía escuchando radio a pilas. Todo el tren, yo calculo unas dos mil personas, estaba totalmente conmocionado con la noticia. A medida que avanzábamos todas las estaciones estaban tomadas por los milicos. Y cuando llegábamos a una, nos hacían seguir a la siguiente para sacarse el cacho de encima, porque en general estaban tomadas con poco personal." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Pero algunos decidimos salir. Yo personalmente seguí Alameda hacia arriba, porque tenía que llegar a un punto de contacto que estaba prefijado en caso de que hubiera golpe de Estado. Yo cumplía tareas militantes por lo tanto tenía que llegar a ese lugar. Así pasé frente a La Moneda que aún estaba humeando. Frente al Ministerio de Defensa salían los milicos con los jeep llenos de armas, para tratar de hacer frente a los pocos francotiradores que todavía disparaban desde el Ministerio de Obras Públicas." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
Infografía que contextualiza en el territorio la historia de las y los protagonistas del libro. Algunos de los lugares mencionados ya no existen o fueron transformados, otros permanecen o surgieron después de los hechos relatados en la publicación. Los diversos puntos dan cuenta de aspectos identitarios de las poblaciones José María Caro y Lo Valledor Sur.
Publicación que aborda la historia de recuperación del inmueble ubicado en Londres 38, que en la década de los 70 fue usado por la dictadura como centro de represión y exterminio de militantes de izquierda. Desde las primeras denuncias de las organizaciones de derechos humanos, los recursos judiciales y los señalamientos del lugar como centro de represión, la historia de la recuperación del lugar es un continuo movimiento de acciones de familiares, sobrevivientes, ex militantes de izquierda y activistas que buscan visibilizar el lugar.
Publicación que aborda el caso de este joven de 16 años, de origen mapuche, que fue visto por última vez la madrugada del 3 de septiembre de 2005, luego de ser detenido por carabineros. El libro registra la intervención urbana realizada por artistas chilenos llevados a gigantografías instaladas en la Alameda de Santiago para hacer visible el caso en el Día Internacional del Detenido Desaparecido 2011. En este crimen, en el que participaron agentes del Estado, todavía prevalece la impunidad.