"Las reuniones eran casi siempre allá en el fundo, donde nosotros vivíamos, porque allá estábamos en toma. Ahí surge la idea entre los mismos campesinos de poder vender los productor directamente a los consumidores, sin pasar por intermediarios. Se pensó en el matadero que estaba abandonado." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Yo venía viajando en el nocturno de Puerto Montt a Santiago y a medida que avanzaba el tren nos dábamos cuenta que había un golpe de Estado, gracias a que la gente venía escuchando radio a pilas. Todo el tren, yo calculo unas dos mil personas, estaba totalmente conmocionado con la noticia. A medida que avanzábamos todas las estaciones estaban tomadas por los milicos. Y cuando llegábamos a una, nos hacían seguir a la siguiente para sacarse el cacho de encima, porque en general estaban tomadas con poco personal." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"En esos días, apenas terminaba el toque de queda , mi hijo Mauricio salía a hacer sus diligencias, no sé a dónde, porque no me decía. Yo le pedía que no saliera pero siempre decía: “No, yo tengo que salir”. Hasta que llegó el día en que nos vinieron a allanar, entonces él se fue de la casa." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Después de sobrevivir a diversos centros de tortura, a los miristas nos llevaban a Ritoque o a Puchuncaví. Cuando estábamos nosotros en Puchuncaví, aparece la lista de los 119 detenidos desaparecidos, supuestamente todos muertos en enfrentamientos en Argentina." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"La detención es la típica, eran unas camionetas C10 doble cabina, me metieron en el asiento de atrás, me vendaron los ojos, pero poco menos que pidiéndome disculpas" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).