"De repente, no recuerdo cómo, me llega un pedazo de miga de pan. Entonces yo pensé: “Pucha, ¿Quiénes son estas personas y cuán valioso es el pan que estoy recibiendo?”. Yo decidí después que esa fue mi Primera Comunión, quizás no en un sentido típico religioso. Luego supe q ue lo peor es cuando uno está solo, afortunadamente yo nunca estuve solo." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Yo estaba ahí sentado, creí que estaba solo con el guardia, cuando empecé a escuchar un murmullo que decía: “¿Quién tiene pan, quién tiene pan, quién tiene pan?”. Entonces me doy cuenta que tiene que haber habido unas veinte personas más en la sala y se escuchaba el ruido de las esposas y todo." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Sin saber dónde llegamos, me meten a una sala, me ofrecen un café y, todavía relativa mente atentos conmigo, el guardia disculpándose me dice que aún no ha llegado el pan." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Se veía que era importante de que yo no supiera para dónde me llevaban. Ahí empieza el juego, uno trata de recordar por dónde diablos lo están llevando, pero dan miles de vueltas y al final es imposible. Entonces tú no sabes a dónde te llevan. Y eso ya es parte de la tortura. " (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Miguel Krassnoff era muy correcto, muy educado y me dijo que no me preocupara, que me iban a hacer un par de preguntas y que después volvería. Así comienza todo un sistema paulatino en que uno va perdiendo todos sus derechos y todo su honor. Te empiezan de a poco a garabatear y a maltratar." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"La detención es la típica, eran unas camionetas C10 doble cabina, me metieron en el asiento de atrás, me vendaron los ojos, pero poco menos que pidiéndome disculpas" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"El militar me abraza y empieza a caminar conmigo hacia la puerta, me dice "Mire, mire, mire mijo, vaya al Estadio Nacional y ahí hablé con él -me dio un grado y un apellido de alguien- y ahí debe estar su hermano". El pelao que estaba abrió la puerta y yo salgo a la calle, por la Alameda, por todas partes, todo el mundo me perseguía, yo estaba convencido de que casi me habían dejado salir para perseguirme. La verdad es que logré salir del Estadio Chile, con las patas y el buche y, a pesar del miedo, a partir de ese día entré en la clandestinidad." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Me ilumino: me pongo a improvisar como loco y me acerco a él y le digo "lo felicito, mi comandante", "gracias, niño", me dice. "Mire soy hijo del primer Aguilera", cosa que era mentira "y ando buscando a mi hermano. Mi hermano es epiléptico y mi mamá anda desesperada en la casa, mi papá está de servicio. Fui al Estadio Nacional, fui al Tacna y no lo he encontrado y vine aquí para llamarlo por los parlantdes y no está"" (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Me fuí donde ellos y escuché que habían estado buscándolos en el Tacna, en el Estadio Nacional y en otros lugares de detención. Así que volví y me metí a los camarines. Los soldados que estaban ahí se hicieron a un lado y me dejaron entrar y ahí vi gente que estaba muy, muy mal. Gente ensangrentada, tapada con frazadas; muy mal. Me di una vuelta como si nada y volví a salir." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).
"Pasó la noche, hubo gritos, llamaron por los parlantes llamando a la calma y muy temprano el día trece llaman a familiares de fuerza armadas, de gendarmería, y carabineros que los iban a buscar sus familiares. Por ahí me dije yo "esta es la mía", voy a tratar de salir junto a ellos puesto que ellos sí estaban en las mismas condiciones que yo: tenían su carnet de identidad en el bolsillo." (Extracto que acompaña a la ilustración en el libro).