Londres 38 como espacio de memorias y emplazado en el centro de Santiago, actúa como interrupción e interpelación al andar cotidiano de las personas. Desde una museografía sutil orientada por el concepto de casa vacía, este espacio propone un rol activo a sus visitantes, poniendo en diálogo las memorias que cada quien porta. A través de un estudio etnográfico, distinguimos diversas formas de contestar a la experiencia en el espacio, entrando en juego el despegue de la imaginación a partir del vacío, el choque de la memoria hegemónica con una memoria no victimizante y para la acción, y el diálogo receptivo con las tensiones propuestas.