En la formación del MIR el año 1965 confluyeron militantes y activistas de diversas vertientes de la izquierda, entre ellas, del anarcosindicalismo, el trotskismo y el marxismo- leninismo. A pesar de sus diferencias, todas ellas le asignaban una importancia central a la prensa, tanto para la formación de sus seguidores como para las tareas de “agitación y propaganda”. Reflejo de esa preocupación y esas influencias, desde sus primeros días el MIR procuró atender al tema, estableciendo a El Rebelde, periódico de una de las orgánicas que llegó a su fundación, como su medio de prensa oficial, manteniendo esa condición hasta los últimos días de la organización. Pero la preocupación fue más allá de él. Así, una vez surgidos los “frentes intermedios”, referentes que impulsó a partir de 1970 para difundir y materializar su política, procuró la circulación de sus propios medios, surgiendo, por ejemplo, a nivel del Movimiento Campesino Revolucionario (MCR) y del Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR). A la par, en esa lógica de promover el desarrollo de una capacidad propia de comunicación, en todos los núcleos miristas había un encargado de impulsar y coordinar las actividades de Agitación y Propaganda (AGP). En esas iniciativas de comunicación participaron intelectuales destacados - algunos militantes, otros no-, entre ellos, André Gunder Frank, Tomás Vasconi, Ruy Mauro Marini y Theotonio Dos Santos, así como un vasto conjunto de periodistas, como Manuel Cabieses, José Carrasco, Augusto Carmona, Máximo Gedda, Gladys Díaz y Diana Arón, entre muchos otros y otras. En el período de la Unidad Popular el MIR creó según Andrés Pascal, miembro de su comité central, una estructura nacional encargada de la producción y diseño creativo para los diversos medios comunicativos, generando “una verdadera ‘estética mirista’”, ya que bastaba “mirar de lejos un afiche del MIR [para identificarlo] de inmediato por su diseño y colorido”. Bautista van Schouwen -dirigente mirista detenido en diciembre de 1973 y que permanece desaparecido- fue uno de los principales impulsores de esa política y encargado de esa estructura. En esos años, El Rebelde, a la par de dar cuenta de las definiciones y posicionamientos políticos del MIR y de los procesos revolucionarios de la época, fue crecientemente informando de la acción de sus frentes intermedios y de los referentes que estos (y otras organizaciones) fueron formando. Así, junto a otros medios, daba cuenta de la materialización de una consigna que se hizo común, “Crear, crear, Poder Popular”, mostrando en sus páginas el surgimiento y desarrollo de los comandos comunales y cordones industriales, una de las apuestas estratégicas del período. Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, a pesar de las crecientes dificultades, el MIR continuó la publicación de El Rebelde (“en la clandestinidad”, como especificaba en su bajada de título), con acento en mantener conectada, informada y “con la esperanza intacta” a la mermada militancia. A la par de El Rebelde, en junio de 1974 el MIR comienza la publicación del Correo de la Resistencia, boletín editado en el exterior que también circuló en Chile hasta fines de la dictadura. A partir del año 1978 el periódico retomó estabilidad y continuidad, logrando editar números más elaborados que incorporan fotografías e información de carácter nacional y regional. En esta fase, donde ya comenzaban a madurar en el MIR las diferencias que llevaron al inicio de su larga y difícil división, sus militantes contaron con otro medio de difusión para articular la acción de las y los “resistentes”: la Agencia Informativa de la Resistencia (AIR). Este boletín, que no tuvo una periodicidad definida, surgió en 1980, planteándose como objetivo informar a la población de los avances organizativos y prácticos de la Resistencia en el país, complementando las panorámicas que aportaba El Rebelde. El Boletín AIR, según los números que conocemos, se editó hasta 1984, desconociendo si en los años siguientes se volvió a publicar. En el caso de El Rebelde, las dos principales fracciones en que se dividió el MIR a fines de 1986 siguieron publicando El Rebelde, al menos, hasta 1990. Posteriormente, otros grupos surgidos del mirismo continuaron produciendo periódicos con el mismo nombre, de manera intermitente y con periodicidad variable. Si bien estas versiones no son continuidad del impreso original, son expresión de experiencias que se reclaman herederas de la historia mirista. Esa historia que, no obstante, se cerró con el fraccionamiento sin retorno de la organización, una fase central en el desarrollo de la izquierda revolucionaria chilena. |